Las mujeres que hacen nuestra ropa y el desastre de Rana Plaza

By Beatriz O'Brien de Fashion Revolution Chile

1 year ago

La mañana del 24 de abril de 2013, las más de 5000 trabajadoras y trabajadores de Rana Plaza, un edificio comercial de ocho pisos en la ciudad de Dhaka, que contaba con 5 fábricas de confección, un primer piso con tiendas y un banco, entraron a trabajar nerviosas. Antes de las 8:00 AM, la mayoría de l@s emplead@s manifestaron a los supervisores sus aprehensiones: el día anterior el edificio crujía, tenía grietas y les preocupaba su seguridad. La respuesta fue rotunda; quien no entrara a trabajar sería despedido. 

A las 8:45 AM se cortó la luz. Automáticamente, un enorme generador ubicado en el último piso se enciende, el edificio comienza a vibrar, se escucha un ruido ensordecedor y todo se va a negro. Rana Plaza se había desplomado con miles de vidas en su interior. 

La escena posterior presenta una masacre que cambiaría la industria de la moda para siempre. 1.134 personas mueren aplastadas por la estructura, 2.500 resultan heridas y mutiladas. La gran mayoría de ellas mujeres jóvenes. En una larga y constante historia de tragedias en industrias textiles, Rana Plaza no es la única, pero sí la peor de todas. Occidente puede ver a través de los medios de comunicación los peligros a los que están expuestas las y los trabajadores de la industria al otro lado del mundo. 

Desde la Revolución Industrial en adelante, hace más de dos siglos, los accidentes en las fábricas textiles son constantes. En la actualidad, la presión que se ha impuesto a los centros de producción de mano de obra barata es insostenible. El sistema de moda rápida ha sacrificado los recursos del planeta y el bienestar y la vida de las personas en su frenética carrera por llegar antes a las tiendas con ropa barata para consumidoras y consumidores, siempre buscando las últimas tendencias. El ritmo de la moda marca la vida de millones de personas en el mundo.

“Solo en Bangladesh 4 millones de personas trabajan en la industria del vestuario y de la confección, de los cuales, el 80% son mujeres”. 

Rana Plaza corre la cortina de lo que antes no queríamos ver: la vida de las mujeres que hacen nuestra ropa. Toda la ropa que vestimos está hecha a mano y coser requiere de dedicación y habilidad. El modelo de negocios de la moda rápida se sostiene en la subcontratación de fábricas que absorban la enorme cantidad de pedidos, las grandes empresas no son dueñas de las instalaciones textiles y de vestuario y esto es gran parte del problema. No se responsabilizan. Casi una década después del desastre textil que más vidas ha cobrado en la historia, poco ha cambiado. 

La producción de moda está altamente fraccionada y desterritorializada. Una prenda pasa por muchas manos antes de terminar en las limpias y bien iluminadas tiendas de los países ricos. El precio de la sobre oferta de prendas ha tenido efectos devastadores en la vida de millones de mujeres: trabajo forzado, bajos sueldos que no alcanzan para mantener a sus familias, acoso laboral y sexual, golpizas, violaciones, censura a la asociación colectiva, trabajo infantil y la imposibilidad de ascender en la organización laboral son parte de las problemáticas que transforman a las trabajadoras en las principales víctimas de un sistema que solo vela por el volumen de ventas y las ganancias. 

“Las mujeres están atrapadas en un sistema que las expone a la explotación y las condena a la pobreza”.

Hasta hace unas tres o cuatro décadas, las fábricas textiles se ubicaban dentro de los territorios de l@s consumidores. Con el sistema de libre comercio y la globalización de la moda, hoy nuestra ropa se fabrica a miles de kilómetros de distancia. La historia de las mujeres de Bangladesh se repite en todos los centros de confección del mundo, un sistema que ha presionado el eslabón más “blando” de la cadena, la mano de obra, el trabajo de personas, de mujeres que ingresan a la fuerza de trabajo con el sueño de mejorar su calidad de vida y la de sus familias. 

Coser es una actividad hermosa. Permite desarrollar habilidades técnicas y creativas, permitiendo materializar ideas y diseños en artículos reales que otras y otros van a vestir. Es fuente de orgullo para quienes construyen piezas de vestuario, en sus interminables formas, colores y texturas, de identidad y bienestar entre quienes las visten. La ropa es nuestra forma de mostrarnos al mundo, quienes somos, de dónde venimos, cómo vemos nuestra sociedad y nuestro mundo. 

Las millones de mujeres que hacen nuestra ropa merecen una vida digna para ellas, sus familias y comunidades. Merecen poder vivir de su trabajo, criar a sus hijas e hijos y sentir satisfacción fruto de su esfuerzo. La moda es una herramienta muy poderosa de integración, justicia y esperanza. 

El incendio de la fábrica de confección de camisas Triangle Waist Co, de Nueva York el 25 de marzo de 1911 causó la muerte de 146 personas. La mayoría de ellas trabajadoras inmigrantes de Europa del Este e Italia entre catorce y veintitrés años de edad. Esta tragedia marca la celebración del día internacional de la mujer, que se conmemora el 8 de marzo de cada año, un homenaje a las trabajadoras que dejaron su vida en la fábrica. 

Hoy recordamos a las millones de mujeres que nos visten a diario, a las que han venido antes de nosotras que lucharon y a aquellas que lo siguen haciendo por visibilizar y dignificar el oficio. A las mujeres que hace casi un siglo comprendieron la doble explotación del sector, como trabajadoras y como mujeres, y cómo este despertar dio el puntapié inicial del primer movimiento emancipador feminista. El trabajo textil es una cuestión de género y eso nos otorga la oportunidad de mejorar millones de vidas de mujeres, niñas y niños en el mundo. 

Agradecemos su cuidado, su preocupación y nos unimos al llamado colectivo por una industria que les proporcione seguridad, ofrezca prosperidad y asegure el reconocimiento que les debemos. 

 

Y tú… ¿Sabes quién hizo tu ropa?

Saheli Women empresa social de moda ética. Trabajadora textiles sostienen carteles que dicen "Yo Hice Tu Ropa"
Saheli Women empresa social de moda ética.