VISTE LO QUE EMPODERA

By Fashion Revolution

5 years ago

por Pablo Galaz Esquivel

El 8 de marzo del 1908, 40.000 trabajadoras de las fabricas textiles de Estados Unidos se alzaron en huelga, en parte por las extenuantes 12 horas ininterrumpidas de trabajo y el hecho que ganaban un 70% menos que los hombres que, en minoría, laboraban junto a ellas. De esa huelga, 120 mujeres que se encontraban al interior de la Cotton Textil Factory y que se negaron a salir, fueron encerradas y los propietarios, bloquearon las puestas y ventanas. Un incendio del cual se ha especulado innumerables veces su origen terminó con los sueños de lucha de esas 120 mujeres que murieron calcinadas. La leyenda dice que lo único que se vio salir del edificio, fue el fuego y un espeso humo violeta. En un cruel intento por acallar las voces de reivindicación y dignidad no sólo laboral, sino por ser mujeres en una sociedad que las determina, restringiendo sus libertades y privándolas de un trato igualitario, transformaron el silencio de las cenizas en un grito de libertad que sería recordado cada año en esta misma fecha.

Trabajadoras de la Cotton Textile Factory, en Washington Square, Nueva York

Si bien la sociedad y las culturas han entrado en un vórtice de globalización, hay cosas que 111 años después, no han cambiado. En enero del 2019, 4.900 trabajadoras y trabajadores fueron despedidos después de varias semanas de protestas en busca de un alza del salario que no había sido modificado desde el 2014, a pesar del incremento de un 60% con respecto a esa fecha, de $63 a $95 dólares, seguía siendo insuficiente para ser calificado como un salario digno. Esto se suma a la decisión del Gobierno de acoger la petición de los dueños de las fábricas, a dejar el Acuerdo de Bangladesh como una acción voluntaria, retrocediendo en los esfuerzos por mejorar las condiciones de seguridad  y calidad laboral que se había logrado gracias a ese acuerdo. En protesta preventiva, la campaña Ropa Limpia instó al mundo a poner sus ojos en este retroceso, de allí nació el HT #HearMeToo (escúchame también), como una forma de visibilizar a las mujeres que han sido de alguna manera olvidadas por las reivindicaciones tras el HT #MeToo

Las trabajadores de confección de Bangladesh bloquean una carretera durante una demanda para exigir salarios más altos en Dhaka.

Cuando hablamos del impacto de la industria textil, debemos considerar que el 80% de la fuerza laboral de un total aproximado de 70 millones de trabajadores y trabajadoras, son mujeres por lo que nuestra atención debe enfocarse en entender que nuestra ropa debe empoderar la dignidad y el desarrollo de esas mujeres. Cada vez que nos aferramos sólo a la transacción en la compra de una prenda, estamos invisibilizando el proceso y a quienes forman parte de el. No es la tendencia, el precio o el descuento lo que empodera a esas trabajadoras, es la información que tenemos de cómo está ha siendo producida, lo que nos permite elegir empoderarlas o perpetuar su precariedad.

Las camisetas con lemas y mensajes de empoderamiento femenino estarán en todas partes esta semana para coincidir con el Día Internacional de la Mujer, pero la realidad es que la industria de la moda no empodera a la mayoría de las mujeres que trabajan en ella. La desigualdad basada en el género sigue siendo un problema en toda la industria, desde los más altos niveles de gestión hasta el taller y la fábrica. Todavía tenemos un largo camino por recorrer hasta que todos los que hacen nuestra ropa puedan vivir y trabajar con dignidad, en condiciones saludables y sin temor a perder la vida.

Uno de los principales proyectos en los que trabajó Fashion Revolution en 2017/18 fue Garment Worker Diaries. Los socios de la investigación en terreno se reunieron semanalmente con 540 trabajadores de la confección en India, Camboya y Bangladesh durante doce meses para conocer los detalles íntimos de sus vidas. El 60% reportó discriminación basada en el género, más del 15% reportó ser amenazado y el 5% había sido golpeado. 40% de los trabajadores encuestados habían visto un incendio en su lugar de trabajo. Las mujeres que hacen nuestra ropa siguen arriesgando sus vidas todos los días por nuestra moda.

En Chile, existen más de sesenta mil costureras domiciliarias, que alguna vez fueron parte una industria local ya desaparecida por la falta de competitividad. Estas mujeres para sobrevivir con sus familias, deben encontrar espacios de tiempo para otros empleos o trabajar exhaustivamente para poder cumplir encargos realizados por intermediarios, para grandes compañías, como lo reveló el reportaje de El Mostrador. Son el 1% de la fuerza laboral de la manufactura chilena. Dejan mucho que pensar si queremos favorecer o no la industria local, si no tenemos real transparencia de en qué condiciones viven y trabajan estas mujeres.

En enero, The Guardian reveló que las camisetas de Spice Girls que recaudaban dinero para la campaña de Justicia de Género de la Comic Relief, se confeccionaban en una fábrica en Bangladesh donde las mujeres ganaban 35 peniques por hora y afirmaban ser abusadas verbalmente y acosadas. La producción de prendas de vestir en Bangladesh todavía se lleva a cabo de una manera muy opaca y la falta de información sobre dónde se hacen nuestras prendas y zapatos y quién los hizo es una gran barrera para cambiar la industria de la moda. Esto significa que la desigualdad de género y los abusos de los derechos humanos siguen siendo frecuentes. Si no puede verlo, no puede arreglarlo, por eso Fashion Revolution exhorta a todas las marcas y minoristas a que tengan una total transparencia en la cadena de suministro, y lo rastreamos a través de nuestro Índice anual de transparencia de la moda.

En noviembre del 2016 en una campaña impulsada por Revista Caras, la multitienda Ripley y patrocinada por ONUMujeres, se repartieron 5000 camisetas con frases y mensajes extraídos desde los carteles de las marchas de una renaciente ola feminista. En esa oportunidad, emplazamos a Ripley a aprovechar la oportunidad de su interés por empoderar a las mujeres para transparentar el origen de la ropa que comercializan y saber si de la misma forma que con las palabras, también empoderan a las mujeres que las fabrican. Con estupor nos enteramos de que las camisetas fueron importadas desde China a través de un intermediario (traider), y peor aún vimos a autoridades y personas de la vida pública luciendo estas creativas frases, en camisetas que ni siquiera cumplían con el reglamento de etiquetado, pues la única información que contenían era la talla. Ni origen, ni material de composición. Queremos recalcar que el convenio de ONUMujeres con Ripley se relacionaba con la venta de sus propias camisetas, para recaudar fondos para la Organización.

 

La producción de prendas de vestir en Bangladesh o China sólo como ejemplos, todavía se lleva a cabo de una manera muy opaca y la falta de información sobre dónde se hacen nuestras prendas y zapatos y quién los hizo es una gran barrera para cambiar la industria de la moda.

¿Viste lo que empodera?

El  Indice de Transparencia de la Moda 2018 de Fashion Revolution, que revisa y clasifica a las 150 marcas y minoristas más importantes de acuerdo con sus políticas, prácticas e impactos sociales y ambientales, pone de relieve cómo las marcas y los minoristas abordan la discriminación basada en el género y la violencia en las cadenas de suministro. El informe analiza específicamente cómo están apoyando la igualdad de género y promoviendo el empoderamiento de la mujer, tanto en su propia empresa como en la cadena de suministro. sólo 37 de las 150 marcas encuestadas informan que se suscriben a los Principios de Empoderamiento de las Mujeres, una iniciativa de la Entidad para la Igualdad de Género de las Naciones Unidas, o que publican la estrategia general y los objetivos cuantitativos de la compañía para promover el empoderamiento de las mujeres. Cabe destacar que sólo París, a través de CENCOSUD y el Grupo Falabella, forman parte de este acuerdo y pese a que públicamente apoyan la iniciativas en Chile para la igualdad y equidad de género, no transparentan a través de ninguno de sus canales de comunicación, cuáles son las acciones concretas para mejorar las condiciones y eliminar los riesgos en los que trabajan las mujeres que producen las prendas que comercializan.

En Fashion Revolution, creemos que es posible un cambio positivo en la industria de la moda, y comienza con la transparencia. las marcas y los minoristas deben hacer más que vender camisetas empoderadoras; necesitan asegurarse de que sus políticas se ponen en práctica. Y no solo en los lugares visibles, en sesiones de moda o dentro de su empresa, sino en todos los niveles de sus cadenas de suministro.

Las personas que consumimos, necesitamos identificarnos con mucho más que una frase. La visibilización de las injusticias y las reivindicaciones de las mujeres, deben identificarnos con las mujeres que hacen nuestra ropa o zapatos, No habrá cambios si no cambiamos la forma en que nos relacionamos a través de la empatía. Tienes el poder de exigir mayor transparencia a las marcas y decidir según tu propia ética con la información que recibas, dónde quieres poner tus valores un buen comienzo es preguntar #quienhizomiropa

 

VISTE LO QUE EMPODERA